“El expediente prado”
Parte II
Un libro escrito con
bibliografía fraguada y argumentos tendenciosos de su autor
Mariano Ignacio Prado es juzgado
por García Belaunde en su llamado libro “el expediente Prado” con argumentos
fuera de toda lógica histórica, así como falto de una crítica imparcial, más al
contrario estamos ante un libro que tiene la virtud de haber `recogido todos
los desechos´ escritos por los rivales políticos ocasionales de la época.
No podemos seguir repitiendo
estas majaderas apreciaciones, contra el héroe del 2 de Mayo (segundo
Libertador de América y general de cinco países) y del dos veces presidente del
Perú.
La verdad histórica que muy poco
se difunde, es preciso darlos a conocer frente a la alevosa y ventajosa
conducta de un congresista que, hace abuso del poder en el presente siglo.
Para nosotros, Prado no fugo ni
robo dinero alguno, pues viajo con permiso del Congreso de la República, y
desde que llego a Europa, secundado por los comisionados plenipotenciarios
Rosas y Canevaro, no desmayó en trabajar para obtener los créditos necesarios
con la Peruvian Guano Co. de Londres, para la compra y obtención de armamentos
y buques de Guerra, pese al golpe de
Estado del 23 de diciembre de 1879 que lideró el nefasto monje y dictador
Nicolás de Piérola, contra un gobierno constitucional. “en su furia y arrebato
destituye también a los comisionados nombrados”, cuya honorabilidad y
figuración política dejaron huella histórica para el Perú.
Es en estas circunstancias, el 22
de mayo de 1880 aparece el decreto que declara traidor y priva de todos sus
derechos civiles y militares a Mariano I. Prado, creyendo el necio Piérola,
sepultar para siempre la figura y el honor del mandatario ausente.
Quimper, Ministro de Hacienda del
gobierno de Prado, en su célebre manifiesto que publica en 1881, explica los
móviles del presidente Prado para ir a Europa y los EE.UU. Dice: “La marcha del
general Prado, pudo no ser oportuna, pero es una infamia calificarla de fuga o
abandono dejando en acefalia el estado, como lo repitieron mil veces el
dictador y sus cómplices”.
Ahora bien, sobre los donativos
para la guerra. El presidente Prado nombró por decreto supremo una junta
central administradora de donativos para la guerra, compuesta de 25 miembros,
esta junta la integraban personajes de extraordinario renombre moral. (Véase el
diario de debates del congreso,1879, Pág.29).
Por tanto todos los aportes
fueron custodiados por dicha junta. Prado no las toco ni tuvo tiempo de
tocarlos, porque se estaban organizando las colectas cuando sucedió su viaje a
Europa y derrocamiento.
Estas colectas y donaciones los
recibió el propio dictador, como explica
con detalles y pormenores su biógrafo del dictador señor Jorge Dulanto
Pinillos, en el libro dedicado a exaltar su memoria.